Soy adicto a los amores imposibles

—Deberías regresar…

—¿Así como así? ¿Por qué?

—Sí, así. No sé porqué, la verdad, pero mi egoísmo te quiere para mí.

—No supiste esperarme.

—No todo estaba en mí.  Pudiste hacer algo también, no ir tan lento, mostrar que había futuro, no sé, despejar un poco los días nublados, algo.

—Lo sé. Por eso ya no insistí; esperaba un poquito de comprensión de tu parte.

—¿Cuántos años más?

—No recuerdo pedirte años.

—Tú mejor que nadie sabe que si sigo aquí es por cobarde. Pero constantemente intento encontrar el valor para irme. ¿Crees que tengo alguna certeza de lo que viene? ¿Crees, siquiera, que pienso en el mañana?

—Bueno… Paciencia se le llama.

—Bueno… Empatía pudiste tener.

—Eso mismo esperaba yo.

—Y la tuviste, por bastante tiempo.

—¿Bastante?

—¿En qué momento se convirtió esto en un campo de guerra? Sólo quería hacer patente mi egoísta manera de amar, de querer, de desear… Si lo expresé como queja, lo lamento. No puedo evitar la rabia al recordar haber estado a punto de tocar el paraíso y preferir la miseria.

—Dijiste que ya querías correr y volar, ¿cómo pretendías siquiera esperarme?

—No quería esperarte, quería tenerte.

—Ahí el error.

—Ahí mi error…

—A veces me imagino cómo hubiese sido una bonita relación contigo.

—Cuando puedas, quizá yo también pueda.

—No creo poder.

—Me lo perdí…

—Nos lo perdimos. Te quería… En serio, te quería.

—Todavía te quiero…

—¿Por qué?

—Soy adicto a los amores imposibles.

Photo by @andropang

Publicado por

Joel Estrada

Autor. Pedagogo. Mis libros: A pesar de sus pedazos (2016). Con amor y odio (2019). Autor integrante de sextaformula.art

Deja un comentario